Henrik Johan Ibsen es ampliamente considerado como uno de los dramaturgos más grandes de la historia literaria, a menudo referido como el "padre del drama moderno". Nacido en Skien, Noruega en 1828, Ibsen es celebrado como un símbolo nacional por los noruegos y se le considera el más grande de sus autores. Su impacto profundo en el drama moderno se debe en gran medida a su desarrollo del drama realista moderno, un género que indaga en las realidades que se esconden detrás de muchas fachadas.
Ibsen pasó gran parte de su vida adulta en el exilio, y su trabajo fue considerado escandaloso por muchos de sus contemporáneos. Esto no es sorprendente, ya que las obras de Ibsen desafiaron los valores victorianos de la vida familiar y la propiedad que prevalecían en Europa en su época. Su naturaleza reveladora fue inquietante para muchos de sus contemporáneos, ya que rompió las ilusiones de su audiencia y los obligó a enfrentar las realidades de sus vidas.
En la época victoriana, se esperaba que las obras fueran dramas morales con protagonistas nobles que se enfrentaran a fuerzas más oscuras, y se suponía que cada drama debía concluir de una manera moralmente apropiada. El trabajo de Ibsen se desvió significativamente de este norma, ya que introdujo una mirada crítica e independiente sobre las condiciones de la vida y los temas de la moral. Sus obras fueron instrumentales para abandonar la tradición de las obras moralmente didácticas y allanaron el camino para el desarrollo del drama moderno.